René Descartes. El Discurso Del Método

Sabía que las lenguas, que en ellas se aprenden, son necesarias para la comprensión de los libros antiguos; que las acciones memorables de las historias lo elevan y que, leídas con discreción, ayudan a formar el juicio; que la lectura de todos los buenos libros es como una conversación con las gentes más honestas de los pasados siglos, que fueron sus autores, e incluso una conversación estudiada en la que no nos descubren sino sus mejores pensamientos; que la elocuencia tiene fuerzas y bellezas incomparables; que la poesía tiene delicadezas muy sutiles y que pueden servir de mucho, tanto para contentar a los curiosos como para facilitar todas las artes y disminuir el trabajo de los hombres; que los escritos que tratan de las costumbres contienen muchas enseñanzas y muchas exhortaciones a la virtud que son utilísimas; que la teología enseña a ganar el cielo; que la filosofía proporciona el medio de hablar con verosimilitud de todo, y de hacerse admirar de los menos sabios; que la jurisprudencia, la medicina y las demás ciencias aportan honores y riquezas a quienes las cultivan; y finalmente, que conviene examinarlas todas, incluso las más supersticiosas y falsas, para conocer su justo valor y no dejarse engañar por ellas.